Cultura colombiana
Fernando Botero Angulo (nacido el 19 de abril de 1932) es un artista figurativo y escultor colombiano, nacido en Medellín. Su estilo característico, también conocido como “boterismo”, representa a personas y figuras con un volumen grande y exagerado, que puede representar la crítica política o el humor, dependiendo de la obra. Se le considera el artista vivo más reconocido y cotizado de América Latina,[2][3][4] y su arte puede encontrarse en lugares muy visibles de todo el mundo, como el Park Avenue de Nueva York y los Campos Elíseos de París[5].
Autodenominado “el más colombiano de los artistas colombianos”, Botero alcanzó la fama nacional cuando ganó el primer premio del Salón de Artistas Colombianos en 1958. Comenzó a crear esculturas después de mudarse a París en 1973, y en la década de los 90 alcanzó el reconocimiento internacional con exposiciones en todo el mundo[6][7] Su arte es coleccionado por muchos de los principales museos internacionales, empresas y coleccionistas privados. En 2012, recibió el Premio a la Trayectoria en la Escultura Contemporánea del Centro Internacional de Escultura[8].
Artista colombiano
Vivo o muerto, ¿quién te gustaría que te acompañara en una aventura? Mi sobrina, que vive en Argentina, y es muy pequeña todavía, sólo tiene dos años y medio, pero en el futuro me encantaría poder viajar con ella y enseñarle cosas como el respeto por la naturaleza y entender que todos estamos conectados.¿Cuáles son tus imprescindibles en el equipo de viaje? Mi diario y mi cámara de fotos, en primer lugar: nunca salgo sin ellos. Me gusta recordar las experiencias, los momentos, lo que he visto, la gente que he conocido y, sobre todo, reflexionar sobre cómo me ha hecho sentir. Es reconfortante devolver esos recuerdos una y otra vez, y me ayuda cuando me siento desorientado por la vida cotidiana. Me ayuda a volver a centrarme y a recordar que hay cosas más importantes en la vida.
Los imprescindibles del senderismo de Yenssy: 1. Botas de montaña: La Sportiva Gore-Tex // 2. Chaqueta: The North Face Flare Women’s Down 550 RTO Ski Jacket Puffer // 3. Una botella de agua para los días largos en el sendero // 4. iPhone 7 para hacer fotos y vídeos // 5. Cualquier perro – los perros me hacen sentir tranquila cuando estoy de excursión.
Colombianos blancos
Fernando Botero Angulo (nacido el 19 de abril de 1932) es un artista figurativo y escultor colombiano, nacido en Medellín. Su estilo característico, también conocido como “boterismo”, representa a personas y figuras con un volumen grande y exagerado, que puede representar la crítica política o el humor, dependiendo de la obra. Se le considera el artista vivo más reconocido y cotizado de América Latina,[2][3][4] y su arte puede encontrarse en lugares muy visibles de todo el mundo, como el Park Avenue de Nueva York y los Campos Elíseos de París[5].
Autodenominado “el más colombiano de los artistas colombianos”, Botero alcanzó la fama nacional cuando ganó el primer premio del Salón de Artistas Colombianos en 1958. Comenzó a crear esculturas después de mudarse a París en 1973, y en la década de los 90 alcanzó el reconocimiento internacional con exposiciones en todo el mundo[6][7] Su arte es coleccionado por muchos de los principales museos internacionales, empresas y coleccionistas privados. En 2012, recibió el Premio a la Trayectoria en la Escultura Contemporánea del Centro Internacional de Escultura[8].
Boterismo
El arte colombiano tiene 3.500 años de historia y abarca una amplia gama de medios y estilos que van desde la pintura devocional barroca española hasta la artesanía en oro quimbaya y el “americanismo lírico” del pintor Alejandro Obregón (1920-1992). Quizás el artista colombiano más aclamado internacionalmente sea el pintor y escultor Fernando Botero (1932)[1].
La cultura Piartal (750-1250 d.C.) en la región montañosa de la frontera entre Colombia y Ecuador produjo métodos únicos de producción de cerámica, así como patrones inspirados en la piel de animales o serpientes. Se crearon vasijas para su uso en el entierro secundario, o la práctica de dejar que la carne se descomponga y luego volver a enterrar los huesos. Estas vasijas también se utilizaban para guardar las reliquias y las joyas del difunto[5].
Los primeros ejemplos de artesanía en oro se atribuyen al pueblo Tumaco de la costa del Pacífico y datan de alrededor del año 325 a.C. El oro desempeñaría un papel fundamental a la hora de atraer a los españoles a la zona que ahora se llama Colombia durante el siglo XVI (véase: El Dorado).