La pintura del inconsciente
Sigmund Freud entendía el inconsciente como un lugar de represión libidinal. El arte, a su vez, encontró inspiración en el psicoanálisis: el surrealismo tomó como manifiesto La interpretación de los sueños (1913) de Freud, y más tarde el expresionismo abstracto exploró los deseos irracionales del inconsciente freudiano. Con las nuevas tecnologías del siglo XXI, la ciencia sacó a la luz una realidad mental más profunda y demostró que el comportamiento humano es el producto de un sinfín de percepciones, sentimientos y pensamientos, tanto a nivel consciente como inconsciente. Incluso con las tecnologías actuales que permiten una observación empírica de la mente, la realidad en sí sigue siendo objeto de debate. Como en la teoría de la gestalt, el cerebro completa las imágenes externas que el ojo no puede producir, todo ello a nivel inconsciente. Si una función central del inconsciente es rellenar los espacios en blanco para construir una imagen útil de la realidad, ¿cómo afecta esto a nuestra comprensión del mundo? “The New Unconscious” explora cómo el comportamiento humano está dictado por la mente consciente e inconsciente.
Freud y el arte
Dos gigantes cuya influencia en el desarrollo de la pintura y, de hecho, en su público no puede medirse en cifras: Por un lado el neoyorquino Jackson Pollock (1912-1956) y por otro el catalán y mallorquín de nacimiento Joan Miró (1893-1983). Uno conocido cariñosamente como “Jack el chorreador” por su famosa técnica pictórica, mientras que el otro profesaba querer “asesinar la pintura”. De este “asesinato” surgió una ampliación del concepto; aunque se diferenciaban entre sí en varios aspectos y ambos eran muy autónomos en su trabajo, la ruptura de las convenciones era algo que ambos compartían. “Crudo”, “original” y “poderoso” son adjetivos que se aplican con frecuencia tanto a las obras de Miró como a las de Pollock; también se repite una y otra vez la noción de una regresión a las formas de pintar infantiles y, por tanto, también en gran medida “inconscientes”.
Cuando Sigmund Freud, el ahora mundialmente famoso neurólogo y fundador del psicoanálisis, presentó su libro “La interpretación de los sueños” el 4 de noviembre de 1899, muy probablemente adivinó lo radicalmente nuevas que eran las tesis contenidas en él, pero probablemente no esperaba que no sólo la psicología y la psiquiatría modernas, sino también una parte fundamental de la historia intelectual y del arte de Occidente cambiaran a partir de ese momento. El descubrimiento del inconsciente (hoy en día a menudo denominado erróneamente “subconsciente”) supuso un shock y una humillación para algunos, pero una forma de liberación para otros.
Arte del surrealismo
“Danielle Knafo ha escrito un libro convincente y esclarecedor, un testimonio de las profundidades del espíritu creativo. Las exploraciones abarcan el psicoanálisis, el arte, la literatura y la danza, con especial énfasis en lo que el arte puede aportar a la comprensión del psicoanálisis y viceversa. Los procesos que entran en la creación artística también entran en el psicoanálisis. Ella saca a la luz dimensiones del inconsciente creativo que se suman a nuestra apreciación de estar vivos” -Michael Eigen, Ph.D., autor, Contact with the Depths and Faith and Transformation (2011)
“En los últimos cien años, el psicoanálisis ha alterado fundamentalmente nuestra comprensión del arte. El nuevo libro de Danielle Knafo es una prueba de que el psicoanálisis sigue siendo un medio vital para investigar la psicología de la creatividad y la apreciación del arte. Además, utiliza su análisis del arte para arrojar luz sobre los procesos clínicos, revelando los puntos en común entre el tratamiento, la curación psicológica y la creatividad. Con una prosa lúcida y bellamente construida, revitaliza la estética psicoanalítica, reafirmando la función primordial del arte en la vida psicológica humana” – George Hagman, LCSW, autor de The Artist’s Mind (2011)
La mente inconsciente
Son seis años que pasamos entre los fantasmas nocturnos que nos perturban, deleitan y desconciertan. Formado en nuestras mentes y, sin embargo, ajeno a ellas, los misterios perdurables del sueño han cautivado durante mucho tiempo a artistas y escritores.
Para algunos, como apoteosis de la imaginación desenfrenada, el sueño representa los orígenes del arte. Como expresó el filósofo francés Michel Foucault, “todo acto de imaginación apunta implícitamente al sueño… el sueño es la primera condición de su posibilidad”. No hay artistas, quizás, sin soñadores.
La capacidad ilimitada que comparten el sueño y la imaginación artística se evoca vívidamente en las quimeras del pintor neerlandés Hieronymus Bosch (c.1450-1516), en las que los seres humanos se transforman en moluscos magnificados y galantean bajo la vida vegetal palaciega, como se ve en el tríptico de finales del siglo XV El jardín de las delicias.
Aunque la representación de los sueños era habitual durante el Renacimiento, el abrazo salvaje del Bosco a la irracionalidad nocturna fue notable para su época. En su lugar, el modelo eran las representaciones de sueños bíblicos o legendarios, con los dictados de Dios entregados a los santos dormidos. Mostrados en reposo bajo el tema de su mente adormecida, estos durmientes despertarían a una nueva comprensión moral.