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Antonio Anglés
Las autopsias revelaron la existencia de siete cabellos con siete perfiles de ADN distintos, ninguno de ellos perteneciente a ninguna de las niñas ni a ninguno de sus presuntos asesinos, Antonio Anglés y Miguel Ricart. De los dos, Ricart fue el único encarcelado; el paradero de Anglés, que sigue figurando entre los delincuentes más buscados por la Interpol, sigue siendo desconocido.
Miguel Ricart es el único imputado en relación con el suceso. Según la declaración de Ricart, él y Antonio Anglés recogieron a las chicas en la gasolinera. Cuando los hombres pasaron por delante de la discoteca y las chicas empezaron a gritar, Anglés las encañonó con una pistola Star Modelo BM. Se dirigieron a una casa abandonada y en ruinas cerca de un lugar conocido como La Romana, en una zona muy aislada y montañosa cerca de la presa de Tous, donde violaron a dos de las chicas. Después, se dirigieron a Catadau en busca de comida, tras lo cual violaron a la tercera chica dos horas más tarde. Tras ser torturadas durante el resto de la noche, hicieron caminar a las niñas hasta una fosa que los hombres habían cavado previamente y las agredieron aún más. Según la autopsia, Hernández sufrió una amputación traumática del pezón y la areola derechos con un objeto punzante, y luego fue apuñalada dos veces en la espalda. Las otras chicas fueron golpeadas con palos y piedras, antes de ser finalmente fusiladas y enterradas. El cadáver de García presentaba heridas vaginales causadas por un objeto provisto de bordes afilados, posiblemente producidas postmortem. Los asesinos recogieron los casquillos gastados y limpiaron su coche[3][4].
Fernando garcía alcàsser esposa
El primero, considerado el principal responsable, desapareció sin dejar rastro y aún se desconoce su paradero. Miguel Ricart fue detenido, juzgado y condenado a 170 años de prisión en 1997, pero salió apenas 20 años después en aplicación de la llamada “doctrina Parot”.
El caso Alcasser fue extremadamente público, con una constante exposición y análisis del crimen y del juicio en las cadenas de televisión españolas y en la prensa escrita durante varios años, lo que significó que Ricart era una cara muy conocida en todo el país.
Lo que ha estado haciendo mientras tanto es un misterio, pero la mera mención de su nombre es suficiente para provocar escalofríos a cualquiera que tenga la edad suficiente para recordar la macabra tragedia que sigue siendo considerada como uno de los crímenes más oscuros jamás cometidos en España.
Miguel ricart hija
Pasó dos años en prisión por secuestrar, encadenar y golpear a Nuria Pera Mateu, de 20 años, en enero de 1990, al parecer por robarle unos gramos de heroína. La vida de la mujer se salvó gracias a la intervención de un hermano de Anglés. Con una oportunidad de reinserción social, recibió un permiso penitenciario de seis días en 1992, que aprovechó para fugarse, con lo que no terminó su condena y estuvo desde entonces en orden de arresto[cita requerida].
La noche del 13 de noviembre de 1992 Antonio Anglés, conocido como Asukiki o “Sugar”, salió a dar una vuelta en el Opel Corsa de su amigo Miguel Ricart Tárrega (Catarroja, 1969), que le acompañaba. Mientras conducían por la carretera vieron a tres chicas que hacían autostop para ir a una fiesta que el instituto de Picassent celebraba en la discoteca Coolor. Anglés les preguntó si iban a Coolor y las tres chicas subieron al coche.
Cuando llegaron a Coolor, Anglés le dijo a Ricart que siguiera conduciendo. Las chicas empezaron a gritar. Justo después, Anglés sacó una pistola Star de 9 mm de calibre corto. Las golpeó con la culata del arma y luego las ató. Ricart condujo el coche hasta Catadau. Esta era la zona donde Anglés solía esconderse cuando la Guardia Civil lo buscaba. Sugirió la cabaña medio caída[2] de La Romana como lugar para llevar a las chicas. Dos de las niñas fueron violadas por Anglés y Ricart. Más tarde, decidieron atarlas y volver al pueblo para buscar comida. Cuando volvieron, violaron a la tercera chica. Luego cavaron una fosa y las obligaron a entrar en ella, donde las fusilaron y enterraron. Recogieron los cartuchos del arma y limpiaron el coche.